En verso

La dejadez

Un amor extraño se va formando
en la puerta de la casa.
Es difícil diferenciar entre lo que te conviene
y lo que no te conviene.

Es difícil saber qué amigo
tiene cara de enemigo.
Es difícil saber quién desea un primer amor
o una primera fractura.

No hay nadie detrás de la puerta
para abrir la casa
y no hay nadie delante de la puerta
para abrirme la ciudad.

¿Aún pensarán que dejarme sin llaves
es la mejor forma de protegerme?

 

Nadie me había concedido ese cuerpo
ni me había hablado de él.
Lo habían abandonado encima de mí.
Toda mi vida me llevaron en brazos
para dejarme caer,
y creí que tu harías lo mismo.

Lo que escribía lo escribía doliéndome
y lo que leía también.
Esa era la aventura.
Me protegía del día
en que no quisiera tocarme.

Mi madre pregunta
¿Tú por qué no estás loco
si deberías estarlo?
¿Por qué no fuiste expuesto
al viento como nosotros?

Madre,
nadie se ofrece para llevarme en brazos
cuando no puedo más.

 

Se pierde una casa por dejadez,
por indiferencia,
por exclusión.
Se pierde una casa por no saber celebrarla
y por el deseo oscuro
de quedarse sin nada.

La casa en la que jugaba al ajedrez.
La casa en la que me dejé ganar.
La casa en la que me caí al suelo.
La casa inaceptable
en la que todos me ocultan quién soy.

Madre,
¿cómo nos defenderemos sin perder la fe?
¿Cómo será nuestro día a día
a partir de hoy?

¿Cuánta dejadez tengo que heredar
para formar parte de lo que sea esto?

 

 

La dejadez
Pablo Fidalgo Lareo
Letraversal
(Málaga, 2022)
76 páginas
13,90 €

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